miércoles, 23 de diciembre de 2009

Último tercio

La luna huyó de su noche
con peineta azul celeste
y entre dos torres juncales
en el coso entró por verle.

Carnicerito de Úbeda
con un burel frente a frente
dibuja un toreo mágico
con su capote solemne
y tras perfectas verónicas
¡ay su media...!, ¡enmudece!
Antonio Millán lidia
a un toro de negra muerte
y en su muleta, lecciones
deja cargando la suerte;
después, puros naturales,
trincherazos, molinetes
y a la luna se le escapa
un suspiro por su temple.


Ya la espada vuela rápida
hacia donde hay mucha muerte,
el toro pierde la vida
y en la arena queda inerte.
El gana gloria y a un público
que auparle en sus hombros quiere;
la luna vuelve a su noche
toreando entre templetes,
con su capote de plata
cita, para, manda y embebe
en la cruz del horizonte
a un sol rojo , bravo y ardiente
La plaza quedó vacía,
olés exclama la gente
por la Calle Nueva arriba
siguiendo el rastro silente
del que se jugó su vida
de forma tan imponente.


Carnicerito es de mi Úbeda,
la de la lomas siempre en verde,
la que renace en la piedra
y en el toreo perenne.
Saca pecho buen torero
que la fama es de valientes,
en el toro honor se gana
sólo si ante el que acomete
te juegas, todas las tardes
el corazón limpiamente.
Carnicerito de Úbeda,
persona nada corriente
que en sus manos lleva arte
para hacerse un sitio entre
elegidos por la suerte. 


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