Comenzó como segundo espada en la cuadrilla de su padre en 1771, participando en tres novilladas este mismo año en Jerez de la Frontera. Se le considera el primer matador de toros de su época, a diferencia de sus rivales y contemporáneos, Joaquín Rodríguez "Costillares" y Pepe-Hillo, a quienes se consideraba como los primeros toreros.
Romero dirigía la lidia en intención de la muerte del toro, suerte para la que tenía especial talento siendo llamado por sus contemporáneos El Infalible, lo que lo diferenciaba de Pepe-Hillo quien consideraba que la faena debía ser consistente desde el comienzo al fin de la misma.
Se presenta en 1775 por primera vez en Madrid e inicia una rivalidad con Costillares, que en 1777 lo aleja de participar en festejos en esta ciudad como resultado de una polémica con éste.
Se presenta en 1775 por primera vez en Madrid e inicia una rivalidad con Costillares, que en 1777 lo aleja de participar en festejos en esta ciudad como resultado de una polémica con éste.
En 1778 alterna por primera vez con Pepe-Hillo, naciendo una rivalidad histórica que se entabló en la Real Maestranza de Sevilla y otras plazas y de la que se le tiene como postrer vencedor.
Desde 1778 a 1799 se mantiene como matador exitoso en los festejos anuales que se presentarán en las plazas de primera categoría. El 19 de mayo de 1785 inauguró la Plaza de toros de Ronda. Si bien se retiró en 1799 y una vez más en 1806 (negándose después a torear para los franceses), se mantuvo activo en la Escuela de Tauromaquia de Sevilla y mató a su último toro en 1831 a los 77, brindando este último a la reina Isabel II de España. Es probable que matase más de 5.000 toros. En su larga trayectoria no recibió nunca una cornada.
Sus últimos años los dedicó a la escuela de tauromaquia de la que fuese director y maestro por orden del rey. Fueron discípulos suyos Francisco Arjona Herrera "Cúchares" y Francisco Montes "Paquiro", quienes serían los grandes rivales de su generación.
Figura cumbre del toreo del siglo XVIII y una de las más
representativas de toda la historia de la tauromaquia, Pedro Romero nació en Ronda el 19 de
noviembre de 1754 y allí también moriría un 10 de febrero a la edad de 85 años.
Heredero de la ilustre dinastía de toreros iniciada por su abuelo, Francisco
Romero, que fue el primero en emplear la muleta y el estoque para dar muerte a
un toro, se dice que Pedro Romero mató a más de 5.600 toros a lo largo de su
vida, siempre "recibiendo" y sin sufrir el más mínimo percance, un caso único.
Jamás fue herido por los toros.
Tenía 17 años cuando mató su primer toro. Fue en su ciudad
natal y actuaba como segundo espada de la cuadrilla de su padre, el también
torero Juan Romero. Después vendría su debut en Sevilla y en Madrid, y su
consagración como figura del toreo en 1776. En ese año estoqueó 285 toros y ya
decían de él en Madrid que no había animal que le presentara dificultad.
También se ha dicho que él convirtió el toreo en una técnica
precisa, exacta, sobria y eficaz, que preparaba a los toros para la muerte. Un
estilo que luego se conocería como el propio de la escuela rondeña.
Se retiró de los ruedos el 20 de octubre de 1799, compartiendo
cartel en Madrid con su hermano Antonio Romero, también torero, y con Pepe
Hillo, este último matador sevillano con quien Pedro Romero vivió una de las
competencias más apasionadas de la historia taurina y que fue causa de numerosos
enfrentamientos violentos entre los partidarios de uno y de otro.
En 1830, cuando ya tenía 76 años, fue nombrado por orden del
Rey director y maestro de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla. Cuentan que allí
se permitía hacer quites a los toros para salvar las malas situaciones de sus
jóvenes alumnos.
Entre sus frases más célebres se encuentran: "El matador nunca
debe saltar la barrera, ni huir con espada y muleta", "El cobarde no es hombre.
Para torear se necesitan hombres", "El toreo no se hace con las piernas, sino
con las manos". Los cronistas de la época cuentan que en sus faenas sólo jugaban
los brazos.
El genial pintor Francisco de Goya lo inmortalizó en un
retrato y en sus grabados de tauromaquia. Y en su ciudad natal existen dos
monumentos dedicados a su memoria: uno en la Alameda del Tajo y otro en la Plaza
de San Francisco, situada en el barrio rondeño que le vio nacer. Además, su
popularidad en su tierra natal es tal que da nombre a las fiestas más importante
de la localidad, las Fiestas de Pedro Romero, que tienen lugar a primeros de
septiembre, con su tradicional Corrida Goyesca.
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