domingo, 20 de enero de 2013

JUAN BELMONTE GARCÍA

En el centenario de su alternativa:
Juan Belmonte García (Sevilla, 14 de abril de 1892Utrera, 8 de abril de 1962), llamado el Pasmo de Triana, fue un matador de toros español, probablemente el más popular de la historia y considerado por muchos como el fundador del toreo moderno.
Abanderó la edad de oro del toreo junto a José Gómez «Joselito» y Rodolfo Gaona. Hasta 1920, fecha en que el mítico hijo de Fernando Gómez «El Gallo» sufrió su fatal cogida, la rivalidad profesional de Belmonte con Joselito hizo que la popularidad del toreo llegara a cotas nunca vistas antes ni después en la sociedad española.
La carrera profesional de Belmonte se desarrolló entre 1913 y 1936, año en el que se retiró definitivamente tras dos retiradas anteriores en 1922 y 1934. En 1919 toreó 109 corridas, una cifra récord para el momento y que lo siguió siendo durante varias décadas más.
Juan Belmonte nació en la sevillana calle Ancha de la Feria, donde su familia tenía una modesta tienda de quincalla. Pocos años después el establecimiento de la calle Feria es atribuido a uno de sus tíos en las particiones de la herencia de su abuelo y la familia se traslada al barrio de Triana, donde su padre abre una pequeña tienda en un hueco del Mercado de Triana, un tenderete que tenían que montar todos los días al amanecer. Los jueves trasladaban el puesto al mercadillo del Jueves. Asistió a la escuela primaria solo entre los cuatro y los ocho años. Quedó huérfano de madre muy pronto. De niño solía acompañar a su padre que acudía frecuentemente a los cafés de la calle Sierpes, como el café América y el Café Madrid a jugar al billar, mientras el solía curiosear por los alrededores.
A los once años su padre deja de llevarlo con él a sus expediciones a los cafés y se rodea con otros chicos de su edad, con los que formó una pandilla que, entre otras correrías adolescentes, se dedicaba a torear clandestinamente, por las noches, en cercados y dehesas de las afueras de Sevilla.
El diestro trianero Antonio Montes Vico era el ídolo de la pandilla, uno de cuyos miembros era el luego conocido líder anarquista Ángel Pestaña. Amigo de su padre fue Calderón, banderillero de Antonio Montes, que le apadrinó en las tertulias y le allanó el camino para sus primeras actuaciones. También le enseñó a mejorar su técnica, ya que Belmonte fue completamente autodidacta. Posteriormente, Calderón sería miembro de su cuadrilla durante muchos años.
Su educación en el colegio fue muy escasa y abandonó éste a los ocho años, no obstante, con pocos años también hizo amistad con tres hermanos tipógrafos con los que se inició en la lectura, afición que le acompañaría durante casi toda su vida.





El inicio del torero

Vistió de luces por primera vez a los 17 años en la plaza de toros de Elvas, en Portugal. El 21 de julio de 1912 triunfó como novillero en la Real Maestranza de Sevilla y fue llevado a hombros hasta su casa. El riesgo que asume llama pronto la atención y comienza a forjarse la leyenda del Pasmo de Triana. Tomó la alternativa en Madrid el 16 de septiembre de 1913 con Machaquito de padrino –ese mismo día se retiraba del toreo– y con Rafael el Gallo, hermano mayor de Joselito, como testigo.
En 1914 comenzó su rivalidad con Joselito o, como él mismo decía, comenzó la rivalidad entre gallistas y belmontistas.
La temporada de 1917 está considerada como la más brillante de su vida profesional. A finales de ese mismo año se presenta en Perú, donde permanecerá un año y conocerá a su futura esposa.
En 1922 anuncia su primera retirada en Lima. Reaparece en los ruedos en 1924.
Se convirtió en ganadero y continuó toreando hasta el inicio de la guerra civil española (1936).
Belmonte fue trascendental para la historia del toreo porque impuso una revolución artística en el arte de torear. Hasta la aparición de Belmonte, torear consistía básicamente en sortear las acometidas de los toros sobre las piernas con más o menos valor y gracia. Su extraordinario dominio de los terrenos le permitió ejecutar el toreo de una forma nueva, despacio y con una cercanía nunca vista. Puso en práctica los tres tiempos de la lidia: parar, templar y mandar, a lo que más tarde agregó cargar la suerte. Rompió con el paradigma lagartijero, considerado hasta entonces ley natural, de «o te quitas tú o te quita el toro» y lo transformó en «no te quitas tú ni te quita el toro si sabes torear». La idea de torear quieto se convirtió en el deseo de todo torero, aunque con el toro de entonces no era siempre posible, y logró culminar Manolete, que alcanzó la quietud total. En resumen, la aportación de Belmonte fue sobre todo estética ya que su arte revolucionario se convirtió para las generaciones posteriores en el nuevo paradigma del clasicismo durante todo el resto del siglo XX.
Su valor y su heterodoxia, toreando de un modo que hasta entonces se pensaba imposible, lo ilustra la sentencia de Rafael Guerra (un matador de toros muy reconocido cuando comenzaba Belmonte su carrera), que le acompañó durante toda su carrera: «Darse prisa a verlo torear porque el que no lo vea pronto, no lo ve». Su épica rivalidad con Joselito dividió a la afición en gallistas y belmontistas, algo que no impidió que ambos fuesen grandes amigos y se profesasen respeto y admiración mutua. El público quería verlos juntos y coincidieron en decenas de corridas durante varios años, lo que hizo que ambos se influyesen y evolucionasen mutuamente, configurando también de forma definitiva el futuro del toreo moderno.
Belmonte también cambió la imagen tradicional de los toreros: se relacionó con grandes nombres de la cultura (como Valle-Inclán, Pérez de Ayala, Ignacio Zuloaga o Julio Camba), que le agasajaban y le consideraban un verdadero artista, y adoptó sus modos e incluso su estilo de vestir, renunciando a la coleta clásica de torero. Sin estudios apenas pero lector empedernido (cuentan que se llevaba en sus viajes maletas llenas de libros), su inteligencia y extraordinaria personalidad le permitieron relacionarse con los miembros de la cultura y de la alta sociedad. Llegaron a organizarle un homenaje, en el que Valle-Inclán pronunció un encendido discurso en su favor. La Generación del 98, que no era en principio nada taurina (veían en los toros un síntoma del atraso hispano), se hizo belmontista casi al completo: más que la fiesta en sí misma, admiraban sobre todo al héroe que veían en Belmonte. Hasta tal punto compartía Belmonte afanes e inquietudes con ellos, que hay quien afirma que fue un miembro más de la Generación del 98 y que solo se diferenciaba en el modo de expresarse.[1]
Ningún torero ha tenido antes ni después tantos apoyos entre intelectuales del máximo nivel. Un destacado representante de la Generación del 27, Gerardo Diego, le dedicó la «Oda a Belmonte»:
Yo canto al varón pleno,
al triunfador del mundo y de sí mismo
que al borde —un día y otro— del abismo
supo asomarse impávido y sereno.[2]
Belmonte fue amigo también del escritor estadounidense Ernest Hemingway y aparece de forma destacada en dos de sus novelas: Muerte en la tarde y Fiesta. Pero el que acabó de forjar el mito belmontino fue la biografía que le escribió el periodista sevillano Manuel Chaves Nogales, titulada Juan Belmonte, matador de toros, su vida y sus hazañas. Fue publicada por entregas en la revista Estampa, a partir de junio de 1935. Chaves Nogales redactó la obra en forma de autobiografía a partir de las numerosas conversaciones que mantuvo con el diestro, en las cuales le iba desgranando un sinfín de anécdotas, sus andanzas picarescas durante su infancia y adolescencia en Triana, su heterodoxa formación toreando al aire libre en las dehesas y cerrados, su trayectoria profesional como torero y luego ganadero, etc. La obra de Chaves Nogales está considerada por la crítica como una de las cimas literarias del género biográfico en español y convirtió a Belmonte en definitivo mito literario.
A punto de cumplir 70 años, Juan Belmonte se suicidó de un disparo en su cortijo de Gómez Cardeña —entre Sevilla y Jerez— el 8 de abril de 1962, lo que no hizo sino inmortalizar su mito. Fue enterrado en el Cementerio de San Fernando de Sevilla.[3]
JUAN BELMONTE  EN BREVE:
Sevilla, 14 de abril de 1892
Primera vez de luces: Elvas (Portugal), el 20 de mayo de 1909 (el festejo estuvo anunciado para el día 16, pero fue suspendido por lluvia).
Primera vez que mató un novillo: inauguración de la plaza de El Arahal (Sevilla), el 24 de julio de 1910.
Primera vez en la Real Maestranza (sin caballos): agosto de 1910, con Bombita IV y Pilín.
Temporada 1911: toreó la novillada del Domingo de Resurrección en la Real Maestranza. Le dieron tres avisos, no pudo matar. Toreó una vez en Lorca, bajo el nombre de Pichoco, al que sustituía (salió a hombros)
Temporada 1911: Toreó tres novilladas en Valencia (en la primera fue cogido). Tuvo acogida en la prensa, que le llamó "diamante en bruto".
Debut con caballos: Real Maestranza de Sevilla, el 21 de julio de 1912, en corrida organizada por la Hermandad de San Bernardo para recaudar fondos, con Larita y Francisco Posadas, y novillos del duque de Tovar. Tras la corrida, "una muchedumbre lo llevó a hombros hasta su casa". Fue "mi consagración, mi triunfo definitivo como novillero". Esta temporada toreó más de 20 novilladas.
Debut en Madrid: el 26 de marzo de 1913. Con Curro Posadas, y novillos de Santa Coloma, "en la desaparecida Plaza de la carretera de Aragón, esto es, la Plaza de Madrid de Lagartijo y Frascuelo, de Guerrita y Fuentes, del Espartero..., sita donde actualmente está construído el Palacio de los Deportes de dicha ciudad". El 11 de abril siguien vuelve a obtener rotundo éxito en Madrid, y la afición se revolucionó.
Alternativa: 16 de septiembre de 1913 en Madrid, actuando de padrino Machaquito.
En el espléndido retrato de “Belmonte en plata”, sitúa al maestro en un alto con vestido plata y verde oscuro que contrasta con el verde más amable del capote de paseo. Su rostro, sereno, esboza una imperceptible sonrisa. Al fondo el pueblo segoviano de Ayllón donde se aprecia que la plaza ha sido cerrada con talanqueras para celebrar una corrida. Con el cielo oscuro, amenazando tormenta, emerge la figura luminosa de Belmonte.
Juan Belmonte era muy amigo del pintor Zuloaga
Temporada 1915: plena competencia con Joselito el Gallo. Triunfo en la de Miura de Sevilla, y 4 mano a mano con Joselito, 2 en Sevilla y 2 en Madrid (en la última fue cogido en dos ocasiones por un Parladé).
Temporada 1917: 97 corridas. La más brillante de su vida torera. Se presenta en Perú el 20 de diciembre, y en el coso limeño lidia 12 corridas
Temporada 1920: 30 corridas. Lidia en la Maestranza el 17 de abril. Ese año su competidor, Joselito, es cogido mortalmente) en Talavera.
Temporada 1922: anuncia su retirada en Lima (Perú)
Temporada 1924: tras una ausencia de dos temporadas en los ruedos españoles, vuelve de rejoneador en Sevilla, el 9 de junio, y el día 25 repite en Badajoz. El 26 de agosto torea en Zumaya y uno de Pérez Tabenero le corneó tardando dos meses en curar: ver fotografía de la cogida.
Temporada 1925: 19 corridas y un festival, el de Zumaya. Grandes éxitos
Temporada 1921: 60 corridas
Temporada 1934: 32 corridas. Director de lidia en la corrida oficial de inauguración de Las Ventas de Madrid (21 de octubre). El 28 de octubre vuelve a lidiar en Las Ventas, con gran triunfo.
Temporadas 35-36: lidia algunas corridas antes del estallido de la Guerra Civil (18 de julio del 36)
Primer apoderado: Calderón.
Otros datos: nació en la sevillana calle de la Feria, número 72. Bautizado al lado, en la iglesia parroquial de Omnium Sanctorum. Su abuelo, que procedía de Algodonales (Cádiz), poseía en la misma casa una tienda de quincalla, que después pasó al padre. Ensayó por vez primera sus actitudes taurinas en las cercana ventas del ex-matador Cara Ancha y de Camas (Sevilla). Luego comienza a frecuentar el campo de Tablada, en las afueras de la capital sevillana, en las noche en que había ganado. En su debut con caballos en la Real Maestranza obtiene un rotundo éxito, y fue llevado a hombros hasta su casa en Triana, sin que se dieran cuenta que iba herido en una pierna. Una vez que anuncia su retirada en Lima, vuelve a lidiar en España, con un contrato global que le hace Eduardo Pagés por 25 mil pesetas cada corrida (1925). Muere, por decisión propia, en su finca de Utrera (Sevilla), el 8 de abril de 1962. Su hermano Manuel también fue matador de toros.






Toreo de capa de Juan Belmonte. Real Maestranza de Sevilla (1919)El País. Edición del 7 de enero de 2004. S. BELAUSTEGUIGOITIA.

"El día que se torea crece más la barba. Es el miedo. Sencillamente, el miedo. Durante las horas anteriores a la corrida se pasa tanto miedo, que todo el organismo está conmovido por una vibración intensísima, capaz de activar las funciones fisiológicas, hasta el punto de provocar esta anomalía que no sé si los médicos aceptarán, pero que todos los toreros han podido comprobar de manera terminante: los días de toros la barba crece más aprisa". Este párrafo magnífico, donde no sobra ni falta una palabra, da inicio al 16º capítulo de una de las mejores biografías escritas en lengua española: Juan Belmonte, matador de toros.

Las obras de su autor, el periodista y escritor Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897-Londres, 1943), viven un periodo de reivindicación en los últimos años. Buena prueba de ello es la reciente reedición de Juan Belmonte, matador de toros (1935) en la prestigiosa Alianza Editorial. La colección El Libro de Bolsillo de la editorial madrileña ha vuelto a sacar a la calle esta obra mítica, a la que el vivificante boca a boca de los lectores ha salvado del olvido.
Cuatro historias de la República. (Destino). Este libro reúne artículos escogidos de cuatro periodistas de la II República. Julio Camba, Gaziel, Josep Pla y Manuel Chaves Nogales escriben sobre el clima político y social de la época. El libro recoge tres artículos de Chaves Nogales. El primero analiza la situación política en Cataluña; el segundo es una entrevista con Joseph Goebbels, que, años más tarde, se convertiría en uno de los carniceros del III Reich, y el tercero trata sobre la celebración de la Semana Santa en la República.

La Diputación de Sevilla también ha jugado un importante papel con la edición de la Obra periodística de Chaves Nogales en dos gruesos tomos. Los relatos reunidos en el libro A sangre y fuego (Espasa) han sido publicados asimismo en este periodo de recuperación de Chaves Nogales. "De todos los cientos de relatos o novelas que se han escrito de la guerra civil acaso ninguno puede compararse a A sangre y fuego, de Manuel Chaves Nogales. A su lado muchas de las páginas de tantos otros -Foxá, Max Aub, Neville, Baroja, Borrás, Petere, Barea- parecen oscurecerse faltas de nervio o sobradas de retórica guerrera. Ni han contado lo que él contó ni lo contaron de la misma manera", escribió Andrés Trapiello sobre este libro.

"Su prólogo, por ejemplo, debería figurar, íntegro, en todos los manuales de historia, de periodismo y de literatura, como modelo de probidad y de tino, tanto más cuanto que fue concebido en medio del desastre, sin tiempo para componer la figura, corregir el tiro o enmendarlo, como luego se hizo a menudo", añadió Trapiello.

Chaves Nogales no comulgó con las ruedas de molino de fascistas y comunistas. Y quizás esto lo pagó caro porque muchos simpatizantes de ambas corrientes políticas le negaron el pan y la sal a su obra. Sin embargo, contra la buena literatura nada puede el sectarismo. Chaves Nogales es un ejemplo de ello cuando se cumplen 60 años de su muerte en el exilio londinense, lejos de güelfos y gibelinos, de tirios y troyanos.

"Mi única y humilde verdad era un odio insuperable a la estupidez y la crueldad... Pero la estupidez y la crueldad se enseñoreaban de España... Los caldos de cultivo de esta nueva peste nos los sirvieron los laboratorios de Moscú, Roma y Berlín, con las etiquetas de comunismo, fascismo o nacionalsocialismo", señaló Chaves Nogales. "De mi pequeña experiencia personal, puedo decir que un hombre como yo, por insignificante que fuese, había contraído méritos suficientes para haber sido fusilado por los unos y por los otros", agregó el escritor sevillano.

Ha pasado el tiempo y las páginas de Chaves Nogales siguen estando tan vivas como siempre. Leer Juan Belmonte, matador de toros es una excelente ocasión para comprobarlo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Temas sugeridos

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...