Un último mugido de muerte
precedió a tu drama,
un golpe seco, certero, asesino.,
acabó con tu blanca piel
con tu noble corazón
con tu franca mirada.
La roja sangre, tu andar cansino,
tu silencio generoso, tu triste mirada...
¡Irak!, mudos nos dejas,
nos faltan las palabras.
Entre tanta luz,
entre tanta fiesta,
tu roja sangre preña la tierra...
El ruedo se ha vuelto un desierto.
Tu nombre sonoro y antiguo,
con reminiscencias de triste guerra,
se nos vuelve más luto si cabe
en esta tarde torera.
Un caballo vuela sobre las Ventas
un blanco torero galopa las nubes
en busca de un paraíso de fresca hierba.
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