sábado, 11 de mayo de 2013

DOMINGO ORTEGA

Hijo de un modesto labrador, al que ayudaba en las labores del campo, no vistió el traje de luces hasta 1928. Tras pocas novilladas, las últimas en Barcelona a fines de la temporada de 1930, con gran éxito, tomó la alternativa en la misma Barcelona el 8 de marzo de 1931) de manos de Gitanillo de Triana, que le cedió un toro de la ganadería de Juliana Calvo. Se presentó en Madrid, pues no había actuado en la capital de España como novillero, para confirmar la ceremonia doctoral, con un toro de la ganadería de Julián Fernández, el 16 de junio siguiente, siendo su padrino Nicanor Villalta. Su aprendizaje fue breve, pero se trataba de un torero intuitivo, que desde sus primeras actuaciones en los cosos dio muestras de unas condiciones extraordinarias para la lidia de reses bravas y que cuajó rápidamente en un torero magistral, figurando durante toda su vida artística en un puesto de privilegio.
 
 
 
 
Fue un torero poderosísimo, tanto que se le apodó Dominio Ortega, de los contadísimos que a lo largo de toda la historia tauromáquica han dominado a los toros con que se enfrentaba, por muy duros y difíciles que fuesen. Excelente capeador y seguro estoqueador, con la muleta era excepcional, ya que lograba siempre adueñarse de los cornúpetas desde los primeros pases y mandar en ellos en toda la faena, descollando en las de castigo para los astados de mucho temperamento, aunque supiese torear con suavidad y con pases de adorno. Fue torero de lucha y torero de mimo. Recio, sobrio, pero jugoso y con hondura. De estilo clásico y con técnica depurada, lidiador de sorprendente facilidad y con sugestiva personalidad. Su última corrida fue en la Feria del Pilar de Zaragoza el 14 de octubre de 1954). Después tomó parte en numerosos festivales benéficos.

 

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